miércoles, 15 de diciembre de 2010

El silencio del café

Él era muy reservado. Ni siquiera dijo nunca su nombre, así que todos lo llamábamos amigo. A veces, simplemente captábamos su atención y después le hacíamos un gesto con la mano para invitarlo a sentarse con nosotros. Aquel día me di cuenta de que hacía algún tiempo que declinaba nuestras invitaciones, y secretamente me pregunté por qué. Una cosa es ser reservado y otra muy diferente es ser maleducado. Claro que, por otra parte, él tenía todo el derecho a decidir dónde y con quién se sentaba, ¿no es así?

Ese día, sin embargo, ocupó la silla que estaba al lado de Charlie. Primero nos miró de reojo desde la barra, con gesto serio y cansado, y después, muy despacio, cogió su porción de tarta de arándanos a medio comer, se levantó de la butaca y se acercó a la mesa sin decir una palabra. Se sentó luego de repente y se dedicó de inmediato a su tarta como si no hubiese nadie alrededor. Pero lo cierto es que sí había, y, por alguna razón que en este momento no alcanzo a entender, los tres lo mirábamos en absoluto silencio, como esperando que dijese o hiciese algo, o como fascinados por alguna peculiaridad suya que ahora mismo no recuerdo.

-¿Está buena la tarta, amigo? -le pregunté. No porque me importase su tarta, claro, sino porque quería ser cortés con él y evitarle aquel silencio tan incómodo. Pronto entendí, de todas formas, que para él lo incómodo era la ausencia de silencio, y que no le hacía ningún favor obligándole a apartar su atención de lo único que le importaba en aquel momento. Se limitó a mirarme sin levantar la cabeza y, después de unos segundos con su mirada clavada en mi frente, volvió a hundir su cucharilla en la tarta y se la llevó a la boca una vez más. Lo interpreté como un sí.

8 comentarios:

  1. Una cosa es ser solitario, pero esto es rizar el rizo, ¿no? ¿O quizás sí quisiese estar con gente, para acentuar cuánto quería estar en soledad?

    Creo que es demasiado metafísico para mí... XD Besito!!!

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  2. No te rompas la cabeza, muchas de las cosas que escribo no tienen un significado profundo, simplemente son descripciones de situaciones cotidianas. Precisamente el nombre del blog tiene su razón de ser en que muchas veces me gusta más hacer una descripción que contar una historia como tal. :-)

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  3. Lo interesante de las historias es que cada uno las interpreta a su modo, son personales para cada lector a la vez que son compartidas entre todos. Quizá parezca que no tiene un gran trasforndo y siempre hay alguien que encuentra una lectura más, o también están los escritos hechos para tener múltiples significados donde los lectores solo descubren uno. Es la mágia de las letras.

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  4. Te pasa como a mí. A menudo a mis escritos les buscan los visitantes significados que ni yo mismo me había planteado. A menudo está muy bien, porque así descubres que has expresado una idea de varias formas aunque sólo buscases algo concreto...
    Lo que no mola tanto es cuando, a veces, quieren ver en un texto mensajes secretos o indirectas...

    Sobre el texto, tengo que decir que cuando voy al bar me da mucho coraje que me saquen conversación...

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  5. Realmente, en esta historia, el tío de la tarta tiene un problema mental no muy bien definido. Unos médicos dicen que simplemente es retrasado, otros hablan de autismo... Nadie lo sabe realmente, pero el caso es que nunca habla con nadie, y con el camarero se comunica sólo mediante gestos para decirle que quiere un trozo de tarta de arándanos y un poco de esa limonada que hacen allí como en ningún otro sitio de la ciudad.

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  6. Vaya, no lo había interpretado como un problema mental... de hecho me sentí identificado con él :S ¿debería preocuparme?

    ¡Saludos!

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  7. No, hombre XD Que el tío no fuese muy hablador podía ser por muchas razones XD Yo tampoco lo soy, y problemas mentales... bueno, creo que no tengo, al menos no demasiado graves XD

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  8. Ouch, a mí no se me había ocurrido la opción de la enfermedad mental... Besitos!

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