domingo, 5 de diciembre de 2010

Viajero (2)

El viajero apoyó los codos en la mesa y se dedicó a contemplar el fondo de su copa de vino barato mientras se esforzaba -y esto era notable- en decir una frase que sabía que tendría que explicarme:

-El punto final lo puso España.

Dicho esto, apuró su vino evitando en todo momento mirarme a los ojos, incluso cuando volvió a dejar la copa en la mesa. Permanecimos unos segundos en silencio, tal vez un minuto, él mirando los daguerrotipos y los retratos colgados en la pared, yo con los ojos clavados en las gafas que llevaba puestas cada vez que se ponía a los mandos de su nave y que ahora llevaba colgando del cuello; y cuando él se excusó y me tendió su mano para despedirse, yo ya había captado el significado exacto de aquellas palabras.

-Volar es una sensación maravillosa -dijo una vez en una entrevista para un diario nacional-. Es sin duda la máxima expresión de libertad que puede llegar a experimentar el hombre.

En el mismo diario, todos leímos un mes más tarde que el tráfico aéreo de España estaba paralizado casi en su totalidad y que nuestro famoso viajero se hallaba precisamente allí, a la espera de que la mafia encargada del control aéreo le permitiera despegar y continuar su viaje hacia el Oeste.

-Sin embargo -había dicho- tienen en este país una forma muy extraña de solucionar las cosas: los políticos están más preocupados en repartir las culpas que en evitar que suceda lo mismo una y otra vez.

El viajero me había confesado, en la misma taberna en la que me estrechó su mano tan fríamente, que España le había parecido uno de los países tecnológicamente más subdesarrollados de cuantos había visitado. Y, al preguntarle yo cuáles creía que eran las causas de esto, me respondió:

-Si algo tan maravilloso como volar se deja en última instancia en manos de políticos y mafias, ¿qué crees que ocurrirá con todo aquello cuyo ámbito natural es la Tierra, como la educación o la investigación?

Después apoyó los codos en la mesa y movió la cabeza tristemente. Sus viajes habían terminado, había perdido la ilusión por volar y me había pedido que nos encontrásemos en aquella taberna en la que ninguno de los dos había entrado nunca. Dijo que necesitaba beber. Él, que no había probado el alcohol en su vida, que decía que quería mantener intactas sus facultades para disfrutar cada segundo a los mandos de su maravillosa máquina voladora...

-El punto final lo puso España -dijo.

Después de aquello, vendió su nave por mucho menos de lo que en realidad valía, y siempre he pensado que ojalá hubiera podido adquirirla yo. Sea como fuere, ese personaje, al que siempre admiré tanto, acabó sus días encerrado en una pequeña casa a las afueras de la ciudad. Ninguna visita era bienvenida, y de él sólo conservo, a día de hoy, algunos de sus mapas y una vieja brújula llena de arañazos.

2 comentarios:

  1. En España hay sitios serios y buenos que se dedican (contra viento y marea) a la tecnología, a la investigación... no creo que estemos subdesarrollados, simplemente pienso que las cosas están muy mal repartidas y que nunca se ha hecho ningún esfuerzo suficientemente valioso para que esas tecnologías lleguen a todos lados ni para que el que tenga algo bueno entre manos pueda investigar.

    Sobre los controladores... darle el control de si mismos a personas que saben que organizándose de cierta manera pueden cobrar 3 veces más por hora (sobre un precio ya de por si inflado) haciendo horas extras es provocar bajas extrañas y autoexplotaciones, y darle todas las ventajas del mundo para poder quejarse por sobreexplotación. Solo así se explica que los que hacen de los menores números de horas de nuestros alrededores sean los que más cobran, los menos productivos y los que más bajas laborales tienen por estrés y demás. Algo huele raro cuanto menos, y las formas que tienen de reivindicar sus derechos son de mafiosos, así que segurmanete la forma de comportarse normalmente también lo sea.

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  2. Menuda forma de continuar la historia... Me encanta lo crítico que eres :-)

    Aparte de lo dicho por Míster, poco que añadir. Besito!!!

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