domingo, 8 de abril de 2012

el diablo

-Vivíamos en un pueblo pequeño en Extremadura, al sur, bastante al sur. Yo no me acuerdo bien porque me parece que fue hace una eternidad. Sólo me viene de vez en cuando algún recuerdo aislado.
»Pero sí recuerdo que había una señora, Juana o algo así se llamaba. La Juana, sí. Una mujer muy mayor, que no andaba muy bien de la cabeza. Y a veces después del colegio nos íbamos unos amigos y yo a tomar algo a un bar que llevaba un amigo nuestro. Les decíamos a nuestros padres que nos quedábamos estudiando y en realidad íbamos allí a beber. Y casi siempre aparecía esta mujer por allí y nos soltaba un sermón que a mí nunca se me olvidará. Era muy graciosa, la mujer, y siempre nos decía... cómo era... nos decía: "El diablo habita en las botellas y en las columnas de humo".
»Algo así, y dicen -porque yo no lo recuerdo- que un día nos habíamos pasado bastante con la bebida y vino la mujer y nos soltó la frase de turno, y que yo me quedé mirándola fijamente y le dije: "Juana, usted es una idiota y una loca, pero puede que tenga razón, y, en ese caso, ojalá hubiera conocido al diablo hace muchos años".
»Y la pobre mujer salió de allí hecha una furia, santiguándose y murmurando no sé qué... En fin, era... fue una época divertida, la recuerdo como una juventud bastante divertida, la verdad. Pero qué tiempos, joder, cómo pasan los años... -Dio una calada, apoyó los codos sobre la mesa de la cocina y miró por la ventana-. Es increíble cómo corren los años...

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