martes, 24 de agosto de 2010

Deudas

Debería echarle ahora mismo de mi casa.
Es un barrio conflictivo, sin duda. No hay una sola semana que salga de casa y no vea dos o tres patrullas de policía alrededor de un cadáver. Señor, las cosas están así, no hay dinero para salir de aquí, ojalá lo hubiera.
El otro día un yonki asaltó a un muchacho de unos diez o doce años. No sé, no debía de estar muy bien de la cabeza, ya me dirá. El caso es que le sacó una jeringuilla, sabe, y el crío se asustó y empezó a gritar. El yonki se puso nervioso y se la clavó en un costado. Parece ser que le inyectó un poco de aire. El muchacho está en estado crítico, dicen. No saben si va a salir de ésta, Dios quiera que sí, pero sería un milagro. Aparte tiene sida, claro, así que le jodieron de por vida.
Le informaron bien, señor, mi hijo murió el otro día. No, no murió, lo mataron, pero aún no dieron con el asesino. Fue un asunto de bandas, no lo sé muy bien, me dijeron que estaba peleado con alguien por asunto de una chica. Dígame usted si se puede matar a alguien por una cuestión de celos. Absurdo, todo es absurdo.
Por eso debería echarle a usted de mi casa ahora mismo. No puede venir y decirme esto. No puede sentarse en mi sofá y aceptar un vaso de whisky y exigirme lo que me exige. ¡Una cantidad tan enorme! No, señor, me temo que se equivoca: mi hijo no tenía deudas, y, perdóneme, nunca he oído hablar de usted.
Ahora es un poco tarde y yo tengo algunas cosas que hacer. De modo que, por favor, permítame acompañarle hasta la puerta.

2 comentarios:

  1. Creo que sé qué te ha inspirado esto... Besito!!

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  2. En realidad no es una única cosa, pero una de ellas la conoces.

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