lunes, 11 de octubre de 2010

La hora del señor Medina. Capítulo I

Éste es el primer capítulo de un relato conjunto escrito entre Javier Solera y yo. Él escribirá los capítulos pares y yo los impares. Espero que les guste.

Y así comienzo a novelar
la historia de lo que será
cuando las cosas vayan a peor (...)

Nacho Vegas, Monomanía

-Con franqueza, señor...
-Señor Medina, ya se lo he dicho.
-Bien, señor Medina... el pronóstico no es bueno. No puedo darle con exactitud la estimación que me pide, pero, si acepta mi consejo, lo mejor que puede hacer usted ahora es irse a casa y poner en orden sus asuntos.
El señor Urso Medina repite una vez más la conversación en su cabeza mientras avanza por el amplio pasillo en dirección a la salida, donde debe esperar al taxi que la mujer de recepción, una señora gruesa y malhumorada, le acaba de pedir a regañadientes. Aún es pronto para empezar a comprender la magnitud de la noticia y sus implicaciones, pero ya le tiemblan las piernas y está terriblemente molesto por la actitud del médico.
Tropieza con una papelera y se hace daño en la rodilla, y se enfada aún más y sus pensamientos se vuelven más sombríos, y se imagina volviendo sobre sus pasos, deshaciendo el camino recorrido a lo largo del pasillo, subiendo las escaleras, irrumpiendo en el despacho número cincuenta y tres y espetando un patético discurso:
-¡No, no acepto consejos de nadie, y menos de un estúpido como usted! ¡Se acabó, usted no siente compasión por nadie! ¡Escupe las noticias como si hablase con un muro de hormigón! ¡Pues no, señor, yo no soy ningún muro, soy un ser humano, al contrario que usted! Pero usted no sabe con quién trata, ¡ah, no, señor! ¡Le diré lo que puede hacer con sus estúpidos consejos! ¡Váyase al cuerno! ¡Váyase al cuerno!
Imagina que en el despacho, en la misma silla que él ha ocupado hace apenas unos minutos, hay una señora menuda y de pelo canoso que le mira en silencio, horrorizada, y tiene miedo de él. Pero entonces esa señora le comprende y le compadece, y siente lástima por él. Todos a su alrededor sienten lástima y eso parece reconfortarle.
"Con franqueza, señor...".
Cada vez que reproduce el discurso en la cabeza, toma una conciencia más nítida de lo que supone. En un primer momento, las palabras son sonidos aleatorios, sin significado ni orden, y no expresan nada ni tienen más razón de ser que la de producir un ruido desagradable. La vez siguiente, sabe sin duda que ha recibido una noticia terrible y eso le produce ansiedad, pero aún le parece estar viviendo dentro de una película en la que no es ni actor ni espectador. Esta última vez, sin embargo, entiende bruscamente que le queda poco tiempo, y también que cincuenta y siete años no le han preparado para este momento. Siente que tal vez debería haber esperado la noticia y haberla encajado como algo natural, siempre ha sabido que llegaría el momento... pero, obviamente, pocas veces ha pensado en ello, y desde luego no esperaba que el final llegase tan temprano.
Es extraño, pero su mente no le lleva ahora a reflexiones sobre la vida y la muerte, ni a pensamientos más o menos profundos, ni podría decir una sola frase que mereciese quedar registrada para su epitafio. Sin saber por qué, piensa en la recepcionista, esa mujer tan desagradable y antipática. ¡Tratarle así a él, sin importarle que muy pronto va a morir! ...Siente un escalofrío al pensar en esa palabra. Morir. Morir él, el gran señor Medina. Morir él, tan respetado, tan admirado.
Morir, y sin embargo... el mundo sigue funcionando a la misma velocidad, como si a nadie le importara. Morir, ¿y después qué?
Se deja caer en el asiento de atrás del taxi y piensa por un segundo la dirección a la que debería ir. Cuando se da cuenta de que el taxista le mira a través del retrovisor, dice lo primero que le viene a la mente:
-A la calle Berlín.

2 comentarios:

  1. Por fin he comenzado a leerlo...

    Primer capítulo interesante cuanto menos... Voy a leer cómo lo continúa Javier... XD Besos!!

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  2. Nunca se está suficientemente preparado para morir. Tanto que quienes nos preparan lo hacen una vez estamos muertos, antes de meternos en la caja xD

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